Saludo final al cardenal Dionigi Tettamanzi
Don Giussani - Una memoria vivaDuomo de Milán, 22 de febrero de 2007
Eminencia:
Le agradezco de corazón este gesto de fraternidad que ha querido compartir con nosotros en memoria de don Giussani, que fue nuestro padre en una vida de fe razonable, y con motivo del XXV aniversario del reconocimiento pontificio de la Fraternidad. Quiero agradecerle sus palabras de afecto por don Giussani y su estima por esta historia que de él ha nacido. Por eso, en nombre de todos los amigos de Comunión y Liberación le digo: «¡Gracias!, ¡Gracias de corazón!». Esta tarde queremos ofrecerle de nuevo nuestra disponibilidad para colaborar con su misión pastoral en la diócesis de Milán, respondiendo a la invitación que usted nos hace. Dispuestos a acoger la palabra de Cristo –«Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos»–, ofrecemos nuestra colaboración para construir la comunidad cristiana entre los jóvenes y los adultos, siguiendo la “genialidad educativa” propia del carisma y del método de don Giussani, en la estela de la gran tradición ambrosiana. Nos sostiene el magisterio del Santo Padre, punto de referencia seguro para nuestra fe, que, en estos tiempos de confusión, sigue mirando el corazón del hombre con simpatía y ternura, proponiendo el acontecimiento de Cristo presente como “el” camino que hace que la vida sea bella y útil. Le rogamos que pida a la Virgen que nos prepare para el gran encuentro que tendremos con Benedicto XVI el 24 de marzo, con ocasión del aniversario de nuestra Fraternidad. De él esperamos que nos indique camino que nos aguarda para poder así servir a la Iglesia y a su presencia en el mundo con la intensidad de vida que hemos aprendido del corazón católico de don Giussani, que ya en los comienzos de nuestra historia él mismo definió con estas palabras: «Incansable apertura. Fidelísima unidad». Gracias, Eminencia.