Milán, cuarenta mil para el adiós a “don Gius”
Cuando el féretro entra en la plaza apenas caen unas gotas; el día es gris y triste en Milán; hay treinta mil fieles bajo el aguacero y otros doce mil llenando el Duomo, hay que verles mientras entonan Povera Voce, la canción que se ha convertido en el himno de CL, «toda la vida pide la eternidad / no puede morir, no puede acabar...», lágrimas y lluvia, nunca la han cantado así. (...) El cardenal Ratzinger, al final, ha querido seguir a don Giussani hasta el cementerio y bendecir la sepultura. Ahora quedan las palabras de Julián Carrón, el teólogo español que “don Gius” ha designado como sucesor. Tenía la mirada fija en el féretro mientras decía: «Tu mirada ya no podrá borrarse de nuestros ojos. Esa mirada a través de la cual nos hemos sentido mirados por Jesús». Ahora es el momento más difícil para el movimiento. Carrón es un hombre menudo, de aire tímido, pero eleva la vista y dice: «La nuestra es una compañía guiada al destino dentro del gran cauce de la vida de la Iglesia. La unidad entre nosotros es el don más precioso que nace de la acogida de esta iniciativa. Pido la gracia, por la responsabilidad que me ha confiado don Giussani, de poder servir a este don de la unidad. Estoy seguro de que si somos sencillos en el seguir sentiremos a don Giussani más padre que nunca».