Comunicado final del XXVIII Meeting por la amistad entre los pueblos
El Meeting 2007 ha confirmado su carácter único en el panorama internacional, tanto por la riqueza de sus encuentros como por la participación de un pueblo. En un momento en el que es tan difícil suscitar un atractivo entre la gente, el Meeting aparece como una propuesta que despierta el interés de la razón y de la libertad.
Las innumerables conferencias, las exposiciones y los espectáculos han dado voz a una experiencia humana para la cual la búsqueda de la verdad es el contenido de un recorrido apasionante y al mismo tiempo dramático: como dijo Benedicto XVI en el saludo durante el Angelus del domingo 19 de agosto, «Realizar la vocación más profunda del hombre: ser buscador de la verdad y, por eso, buscador de Dios».
El Meeting permite participar de un acontecimiento que testimonia la verdad, que en nuestra vida ha tomado el rostro de un hombre, Jesús de Nazaret, que se identificó (a sí mismo) con la verdad. Este es el origen y el secreto de la identidad cultural del Meeting:
1) El descubrimiento de que la fe supone un criterio nuevo de juicio y de acción, un significado para las relaciones con personas y cosas.
2) La experiencia de una educación que es necesaria para que la “genuina preocupación ideal” que don Giussani encarnó toda su vida pueda darse a conocer cada vez más.
Quien ha acudido al Meeting ha disfrutado del encuentro con personalidades religiosas, con hombres de la cultura, la ciencia, la economía y la política deseosos de recorrer un camino razonable hacia la verdad. Frente a la oleada de escepticismo que nos hace indiferentes a la realidad, como si nada fuera capaz de despertar el afecto; frente a quienes juzgan las cosas a su medida, hay 700.000 personas que se han medido aquí con la pregunta sobre la verdad, haciendo suyo el llamamiento a ensanchar la razón lanzado por el Papa hace un año en Ratisbona.
Profundizando en el lema, “La verdad es el destino para el que estamos hechos”, podemos dar un paso más en dirección opuesta al nihilismo, que deja al hombre cada vez más solo y confuso frente a sus deseos. Como dijo el cardenal Bertone, «tal vez se tiene la impresión de que, en el clima de relativismo y escepticismo que domina nuestra civilización, se plantea un desafío radical sobre la posibilidad de conocer la verdad». El Meeting muestra cómo la existencia, invadida por la verdad del encuentro cristiano, se llena de certeza, cosa que hace que uno se sienta como en casa con cualquiera. Aquí se respira un interés real por las posiciones de los otros, en un tiempo en el que la indiferencia –disfrazada de tolerancia– se ha convertido en la medida de las relaciones humanas.
Hemos visto a judíos, católicos y musulmanes dialogando en un clima de estima y respeto, a científicos y teólogos hablando de la amistad entre la fe y la razón, a empresarios y políticos buscando sin descanso el camino hacia el bien común, a personalidades internacionales testimoniando su deseo de paz, que es el nombre que se da a la verdad en las relaciones entre los pueblos. Los sufrimientos y esperanzas de realidades como las del Líbano, Irlanda del Norte, el País Vasco, Venezuela, Burundi, han encontrado en el Meeting un lugar donde el otro no es ante todo alguien a quien combatir, sino una ayuda para descubrir la verdad que corresponde a las exigencias más profundas del corazón del hombre.
Ceder al atractivo de la verdad hace de cada hombre, hasta del más frágil e incoherente, un protagonista nuevo de la historia. Por esto, tras el Meeting dedicado al deseo y la libertad, tras el de la razón y este de la verdad, el Meeting 2008 –que se celebrará en Rímini del 24 al 30 de agosto– tendrá como lema: “O protagonistas o nadie”.
Rímini, 25 de agosto de 2007