«Nosotros, laicos, estamos en deuda con Giussani». Entrevista al Presidente del Senado italiano, Marcello Pera
¿Qué le fascina de las posiciones de don Giussani sobre las cuestiones existenciales?
La fe. Admiro a los hombres de fe profunda, me siento ante ellos provocado, incluso turbado, pero siempre atento, interesado y atraído. Tal y como lo he percibido, don Giussani era uno de estos hombres. Era un apóstol de fe, disponible incluso a dejarse martirizar, en el sentido de dispuesto a soportar las críticas, las incomprensiones, el escarnio, las hostilidades que nunca le faltaron, también en su mundo, en el ámbito de su Iglesia. ¿No es un ejemplo admirable de un verdadero testimonio? ¿No es una enseñanza perenne de cómo deberíamos vivir? Todos, creyentes y no.
En el pasado también subrayó el calado del pensamiento de don Giussani.
(...) ¿Cómo se realiza el testimonio cristiano para don Giussani? No simplemente con la palabra, sino sobre todo mediante la acción. Don Giussani ha llamado a los creyentes a ser protagonistas, a crear, a obrar. Se ha negado a secundar una tendencia difundida por Europa: relegar y encerrar la fe cristiana en el recinto de la subjetividad. Ha retado a los creyentes ante el entumecimiento, la inercia y la desidia. Y ha desafiado a los no creyentes ante la sospecha y la desconfianza. Invitaba a unos a no tener miedo y a los otros a no tratar de infundir miedo. El cristianismo es vida activa. La fe nace de un encuentro, es una relación directa, que se convierte en un evento personal, social, colectivo, político. La fe rebosa, no se encierra. Respeta a los demás y se respeta a ella misma, reclama su libertad de acción (...). Don Giussani sostenía que la suprema categoría de la razón es la de la posibilidad. Este es mi manera de sentirme en comunión con él.