Don Gius y los movimientos que vivifican y alarman a la Iglesia
No tuvo una vida fácil, en el ámbito del catolicismo milanés e italiano, don Giussani, por el carácter rompedor de sus intuiciones (en las cuales se reconoce también el humus de la tradición ambrosiana). Su figura se inscribe entre las grandes figuras carismáticas del cristianismo italiano del siglo XX que advirtieron la debilidad de la presencia de la Iglesia en la sociedad y la pasión por comunicar la fe. Parece fuera de lugar llamar carismático a este hombre, profundo y perspicaz, pero esquivo, casi tímido. Luigi Giussani no ha desempeñado nunca el papel de un líder religioso; ha vivido en el mundo milanés, ha privilegiado la relación personal y la predicación. Sin embargo, ha suscitado energías profundas. El mismo definió el carisma de una manera que reduce el protagonismo de quien lo porta: «El carisma es una historia, no una persona. La hondura del carisma es Jesucristo». La pasión por Cristo –como solía decir– le sacó del entorno tranquilo de la enseñanza en el seminario para trabajar como profesor de religión en el difícil Liceo Berchet, en el Milán de los años cincuenta. Allí comprobó la fragilidad de la presencia cristiana, incluso en tiempos del “régimen clerical”, como diría Arturo Carlo Jemolo, y de participación en masa en el culto religioso. Desde entonces la misión se convirtió en el eje fundamental de la vida de Giussani, que se daba cuenta de que una Iglesia reducida a la dimensión territorial era insuficiente, aunque ésta fuera la de las sólidas parroquias ambrosianas. Primero Gioventù Studentesca y más tarde Comunión y Liberación nacen de esta tensión por la “misión” en los ambientes. En una Italia que todavía era católica, a su juicio el cristianismo debía pasar «de la tradición a la convicción», como escribía en sus Apuntes de método cristiano en 1964 (en El camino a la verdad es una experiencia, Encuentro, Madrid 1997): «Uno no se puede convencer del cristianismo a base de estudiarlo sólo en abstracto como una teoría cualquiera: sólo se puede uno convencer de que es verdadero comparándolo con la propia experiencia por entero…». Experiencia era la “palabra clave” en la propuesta de Giussani. (…) Giussani estaba convencido de que del encuentro con Jesús brotaban consecuencias imprevisibles para la existencia humana. Para él una experiencia cristiana renovada liberaría energías verdaderas de vida y de cultura.